El pasado 8 de junio la Unión Europea en votación cuyo resultado fue de 339 votos a favor y 249 en contra, ratificó el fin del motor de combustión de vehículos nuevos a partir de 2035. Este ambicioso planteamiento es objeto de intensos debates y discusiones en los que los países y los representantes de los fabricantes de automóviles no están siempre de acuerdo. De cualquier manera, para estar preparados para el fin del motor de combustión, los fabricantes están invirtiendo con urgencia en sus motores eléctricos. ¿Se acerca entonces el fin del motor de combustión? No está tan claro, te explicamos por qué.
Un objetivo muy ambicioso
No olvidemos la fecha: 2035. Ese año, los motores de combustión deberían dejar de equipar los coches nuevos en Europa. Es lo que quiere la Unión Europea, que para limitar al máximo las emisiones de CO2 se focaliza en la industria del automóvil, responsable del 54 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por ejemplo, en España, el transporte por carretera, marítimo, ferroviario y aéreo representa el 25 % del total de GEI.
El objetivo de la Unión Europea es muy ambicioso, ya que para 2030 las emisiones de los coches nuevos, por ley, tendrán que reducirse a un 55 % y a cero en 2035. Para los vehículos comerciales ligeros será del 50 % para 2030 y cero en 2035.
Estos vencimientos tan próximos están provocando que los fabricantes se centren en los coches eléctricos, ya sean de batería o de pila de combustible, y abandonen los motores de gasolina, diésel (estemos atentos al HVO100 como sustituto del diésel) e incluso híbridos. Esto se debe a que aquellos que no alcancen los objetivos tendrán que pagar fuertes multas. Además, se acerca la norma Euro 7 (debería aplicarse en 2025), que medirá las emisiones contaminantes en vehículos de manera más severa y podría por lo tanto condenar a algunos turismos y al diésel. Con motores cada vez más caros de producir, el precio de estos vehículos aumentará tanto que será imposible venderlos.
Discusiones en Bruselas
Ante las exigencias de la Comisión Europea, algunos países plantean problemas para su aplicación. Este es el caso de Alemania, Francia e Italia. Al gobierno francés le gustaría que los motores híbridos se pudieran vender unos años más (hasta 2040), petición a la que se une Alemania, que también propone mantener los motores térmicos, pero suministrándoles un combustible sintético que será prácticamente neutral en CO2. Audi, Mazda y Porsche están trabajando en este tipo de combustible, como podéis ver en este artículo.
Por su parte, Italia cree que la descarbonización no puede convertirse en sinónimo de electricidad. Esto se debe a que para estos países donde la industria automotriz es importante, la transición a la electricidad total podría conducir a la pérdida de varios cientos de miles de empleos (el automóvil eléctrico utiliza menos recursos humanos para la producción y el mantenimiento), ya sea directamente del lado de los fabricantes o de sus proveedores.
Además, deben seguir en el desarrollo de puntos de recarga para suministrar a estos futuros vehículos eléctricos, pues por el momento Europa está lejos de tener una red sólida. De hecho, el año pasado el Tribunal de Cuentas Europeo incluso puso en evidencia a la Unión Europea, porque sus miembros están lejos de alcanzar el millón de puntos de recarga abiertos al público en 2025, que era el objetivo marcado en el pacto verde.
BMW no acepta el fin del motor de combustión
A la espera de la norma Euro 7 y de lo que decida la Unión Europea en 2035, las grandes ciudades ya están expulsando al coche de sus centros, en particular los que funcionan con diésel. Esta es la razón por la que algunos fabricantes han optado por vehículos totalmente eléctricos en un futuro relativamente cercano. Para Audi, será el año 2033, Mini quiere alcanzar el objetivo de cero emisiones para 2030, Opel y Fiat han anunciado la fecha de 2028, Renault planea un futuro todo eléctrico para 2030, Ford lo anuncia para la misma fecha, etc.
De forma paradójica, algunos fabricantes siguen apostando por la combustión, ofreciendo soluciones más eficientes y que emiten menos CO2, como el mild-hybrid, el híbrido simple o el híbrido recargable. Muchas marcas están reduciendo la oferta diésel de su catálogo y destacando el motor de gasolina, la mayoría de las veces mucho más sostenible que su hermano de diésel.
Recientemente, vimos a BMW anunciar la descontinuación oficial del V12, que instaló la Serie 7 (M760Li xDrive) en Europa hasta el año pasado, a la vez que especificaba que la marca continuaría produciendo motores de combustión (en particular de gasolina de seis y ocho cilindros y diésel), que serán aún más limpios. Además, con la presentación de su BMW XM concept car, la marca de Múnich quiere lanzar la tecnología híbrida ultradeportiva, ya que este prototipo cuenta con un motor V8 híbrido enchufable de 750 CV, lo que lo hace más potente que un BMW de serie. El modelo de producción que debería presentarse este año tendrá derecho a este motor, para celebrar el 50 aniversario de la etiqueta BMW Motorsport.
Sigue habiendo esperanza para la combustión interna
La realidad es que a los fabricantes, si realmente el fin del motor de combustión llega en 2035 a Europa, todavía les quedan algunos años para vender motores térmicos. Sobre todo porque el mercado europeo no es el mercado mundial y porque los fabricantes alemanes, por ejemplo, seguirán vendiendo sus motores de combustión interna en otros lugares. Además, el coche térmico que se comprará antes de 2035 seguirá circulando mucho después.
Está claro que aquellos que no se atreven a cambiar a todo eléctrico, ya sea por el precio de los coches eléctricos, la necesidad de un vehículo que pueda recorrer largas distancias o incluso porque no pueden recargar su vehículo en casa o cerca de casa, sin duda mantendrán sus vehículos de motor térmico todavía mucho tiempo.